Hoteles que emocionan y son accesibles para silla de ruedas

Ligüerre de Cinca es uno de los muchos pueblos que quedaron abandonados con la política de embalses de los años 60 y 70. En 1985 el sindicato U.G.T. comenzó a rehabilitar el pueblo para convertirlo en un centro de vacaciones que se ha ido completando a lo largo de los años.

El Centro de Vacaciones que se encuentra en la bella comarca del Sobrarbe, en Huesca, consta de dos zonas, la que se encuentra a pie de carretera donde se sitúa recepción y otras opciones de alojamiento (camping, bungalows, etc) y, para mí la más bonita, arriba, en el pueblo rehabilitado y convertido en hotel, apartamentos, bodega y restaurante.

Se ha respetado la estructura y construcción de piedra y se ha recuperado la agricultura a través de los viñedos y los olivos.

Ligüerre de Cinca ejerce de centinela del Pantano de El Grado, con aguas de color turquesa que ejercen sobre él toques mágicos que se ven respaldados por las nieblas matutinas que abundan en otoño (foto de portada).

El pueblo emana magia desde la llegada, cuando empiezan a aparecer sus construcciones entre los olivos que custodian la carretera de acceso. Un parking a la entrada del pueblo ya avisa de la tranquilidad que vamos a encontrar y el relax que se completa por la ausencia de cobertura wifi y 3G, algo que, os aseguro se agradece y es, para mí un valor añadido junto con la accesibilidad y situación.

vista del pueblo desde los olivos, en blanco y negro

El hotel Casa Broto tiene una habitación adaptada, amplia, con sumidero para ducharse al que le falta un sillón que parece ser que robaron y que es sustituido por una consistente y segura silla de exterior que, para mí ofrece mayores garantías que algunos sillones ortopédicos.

Al relax, amplitud y accesibilidad se suma al baile una ventana con vistas al pantano que son una maravilla unida al silencio casi total solo roto por algún otro viajero y por el trinar de los pájaros que al alba y al ocaso aparecen para llevarse algún pescado de trofeo.

vistas al pantano desde la habitación

El pueblo invita a ser recorrido sin riesgo a perderse ya que en un suspiro estás dentro y en otro lo estás viendo desde los olivos a considerable distancia pero sus calles, sobretodo por la noche se inundan de una niebla (boira, por estas lindes) que las impregna de magia, misterio y quietud, necesaria para recargar pilas y tener una experiencia de las que no se olvidan y apetece repetirlas.

una de las calles iluminada por la noche

Junto a la zona de descanso (a pocos metros) se encuentra el restaurante donde se sirve el desayuno a base de croissants recién hechos, bocadillos, café, leche y zumo. Para acceder hay unas escaleras que cuentan con plataforma sube-escaleras de fácil manejo (pedir las llaves en recepción o en el propio restaurante) y a la que se accede perfectamente con cualquier silla de ruedas.

plataforma sube-escaleras en el interior del restaurante

El precio de alojamiento y desayuno (incluido siempre ya que lo regalan) es de 50 euros por día con una sustancial rebaja si eres afiliado a su sindicato. El hotel, sin lujos tiene lo necesario y es muy acogedor con las paredes de piedra y toques de madera de la buena (que decía mi abuela), en fin, una construcción de montaña y una experiencia inolvidable a precios interesantes.

Un lugar ideal para disfrutar de paseos vespertinos y nocturnos y como centro de operaciones para conocer la comarca del Sobrarbe donde todo rebosa naturaleza en estado puro. Para los aventureros que quieran aprovechar les dejo tres recomendaciones de actividades y dos restaurantes cojonudos, al final del post.

Qué ver desde Ligüerre de Cinca: Ainsa con silla de ruedas, Por el Valle de Pineta con silla de ruedas, Parapente accesible en Castejón de Sos.

Dónde comer en la zona: Dos restaurantes cojonudos en el Pirineo Aragonés.