Hacia M’Hamid en silla de ruedas

La última etapa en el desierto y, por tanto de la consecución del #desafioasalto con Yokmok aventuras, fue distendida y en un ambiente festivo, disfrutando de las últimas dunas y por extensas llanuras pedregosas.

La noche en la tienda de Hassan fue tranquila y sosegada, además Mohamet durmió muy cerquita de la tienda por si necesitaba algo (según puede saber por la mañana). El amanecer fue precioso, me sentí libre, me olvidé que una silla de ruedas puede deslizarse por la arena, solo pensaba en lo feliz que estaba por conseguir un sueño y hacerlo en inmejorable compañía, con un equipo que ha conseguido abrir una ruta accesible en el desierto del Sahara para personas con diferentes capacidades diferentes, tanto con movilidad reducida como con problemas de visión o audición.

Disfrutamos de nuestro te y la comida bajo unas palmeras con la vista de la ciudad de M’Hamid al fondo.

Atravesamos M’Hamid, población fronteriza con Argelia y que permaneció aislada con las tensiones entre Marruecos, Argelia y el Frente Polisario.

Queremos obsequiar a nuestros amigos con una paella, así que Bea y Hassan se quedan en M’Hamid para comprar ingredientes, sustituimos el pollo por cabra, por lo que la fusión valenciano-bere bere consigue unos resultados insospechados.

Nuestro último campamento está situado en Jaimas de adobe y, por primera vez en una semana, tenemos ducha y jabón. Es necesario dejar de tener comodidades para echarlas de menos. Este viaje, sin duda me ha enseñado muchas cosas que os he ido contando y que os contaré, y, sin duda, una de ellas es a valorar lo que tengo y lo privilegiado que soy por tener todas estas vivencias.

Bea y Eva se encargan de la paella, Hassan con un amigo nos trae cervezas (de estrangis) y Hammet y Lassef se encargan de preparar pan a la brasa.

¿¿Por fin!! podemos cargar nuestras cámaras de fotos, de vídeo y los móviles.

La paella fue un éxito agri dulce, algunos le pusieron ketchup, por lo que la fusión internacional fue protagonista. Lo más importante la interactuación entre todos, el intercambio de costumbres, conocimiento y unión de lazos que, os aseguro son muy fuertes.

Una noche más, preferí la tienda iglu de Hassan que el descanso en las jaimas de adobe que llevaban demasiado tiempo abandonadas… Los demás lo agradecieron al escuchar mis gráciles ronquidos de muy lejos.

Galería de fotos de esta ruta aquí.