Inca en Mallorca con silla de ruedas
Descubrimos Inca en Mallorca con silla de ruedas con barullo de mercado, zapatos con historia y sabor mallorquín del bueno.
¿Buscas un planazo diferente en Mallorca? Pues apunta Inca en tu ruta. Yo fui un jueves cualquiera y acabé viviendo una experiencia de esas que se te quedan grabadas. Entre el bullicio del mercado semanal, la calma del museo del calzado y una comida sabrosa en Can Ripoll… salí con el estómago contento, los sentidos despiertos y muchas cosas que contar.
Vamos por partes.
Jueves: día grande en Inca
Si hay un día para visitar Inca, es el jueves. ¿Por qué? Porque la ciudad se transforma en un mercado gigante. Las calles se llenan de puestos, de frutas, de ropa, de souvenirs, de artesanía… y de gente. Mucha gente. Es un verdadero espectáculo.
Yo fui con mi silla de ruedas y mi handbike eléctrica, y aunque disfruté un montón del ambientazo, reconozco que en algunas zonas costaba avanzar. Los puestos ocupan parte de las aceras y algunas plazas de aparcamiento para personas con movilidad reducida, así que si necesitas una, lo mejor es llegar temprano. ¡No lo dejes para última hora!
Aun así, merece la pena. La energía del mercado es contagiosa, y entre tanto barullo siempre encuentras una sonrisa, una fruta que te llama desde lejos o ese capricho que no sabías que necesitabas.
Un remanso de paz… ¡lleno de zapatos!
Después del ajetreo, tocaba bajar revoluciones. Y no se me ocurre mejor sitio que el Museo del Calzado y de la Piel de Inca. Porque sí, Inca es famosa por su tradición zapatera, y aquí lo cuentan con mucho gusto.
Lo mejor: es accesible. Tiene rampa en la entrada, ascensor para moverse por sus plantas y espacio de sobra para recorrerlo sin agobios. Además, la entrada es gratuita. Vamos, que no hay excusa.
La exposición es muy curiosa. Desde herramientas antiguas hasta zapatos de todas las épocas, pasando por zonas interactivas y espacios para disfrutar sin prisas. Un museo pequeño pero con encanto. De esos que te dejan buen sabor de boca.
Y hablando de sabores…
No podía irme sin probar algo típico. Me recomendaron Celler Can Ripoll, y acertaron de lleno. Cocina mallorquina de la de toda la vida, con producto local y mucho mimo. Platos generosos, trato amable y ese aire de restaurante con historia.
Eso sí, aviso importante: solo se puede acceder por la terraza y no tiene baños adaptados. Aun así, si puedes adaptarte a esas condiciones, merece la pena. Mejor reserva con antelación, sobre todo si vas en día de mercado.
¿Conclusión? Inca tiene de todo: tradición, sabor, cultura… y ese caos organizado que solo se vive en los mercados auténticos. Si te apetece descubrir otra Mallorca, más local y con personalidad, no te la pierdas. Y si vas con silla o handbike, prepárate para sortear algún obstáculo, pero también para disfrutar a lo grande.
Más info de nuestro viaje a Mallorca:
Dónde dormir: Hotel Alcudia Garden.