Desde un rato antes de tomar Tierra en Puerto Iguazú, solo se ven kilómetros y kilómetros de selva hasta donde alcanza la vista. Luego desde el helicóptero que tomamos en el lado brasileño del Parque de las Cataratas de Iguazú podemos ver la grandeza de la Naturaleza, el cambio de un apacible río en una bestia indomable y absolutamente desvocada que nos regala una estampa aérea como la que tenemos sobre estas líneas.
Existe una entrada especial para personas con discapacidad para acceder más cómodamente sin atravesar los marrrrditos (perdón quiero decir malditos) tornos.
Un autobús de dos pisos te recoje para llevarte a lo largo de diferentes paradas en el parque, bajándote donde mejor te parezca y según lo que quieras rodar o caminar. ¡Ah! el autobús está adaptado siiiiii, siiiiiiiii, accedes al piso de abajo, a nivel con la parada, allí te puedes anclar para más seguridad yyyyy, cuando llegas al final del recorrido (cosa que recomiendo) un amable guía te está esperando para hacerte el recorrido por las cataratas del lado brasileño.
La primera toma de contacto con el «bicharraco» (osease, las cataratas) es la foto que hay un poco más arriba y que está solita. Con esa visión te meten al ascensor panorámico para llevarte al nivel inferior de las cataratas y alli, por un sistema de rampas en caracol, con una pendiente muy muy razonable, vas teniendo diferentes visiones de una pequeña parte de las Cataratas de Iguazú. En este punto recomiendo impermeables, chubasqueros o bolsas de basura XXL, para todos y todas, en general y para aquell@s que, como yo llevan bitutores en las piernas y corren el riesgo de «oxidarse».
Una vez abajo, te encuentras en pleno «jolgorio cataratero», es como si miles de «peques» se tiraran en bomba a tu alrededor, el agua fresquita en una «primaveral tarde» a casi 40 grados, es algo que se agradece enormemente, no es difícil disfrutar de multitud de arcoiris.
Existen multitud de miradores a lo largo del sistema de rampas y pasarelas que te ponen enmedio mismo de la borágine de remolinos, infernal corriente y saltos de agua.
Deciros que el guía, Brasileño y amabilísimo, no se separó de nosotros en ningún momento y fue él quien hizo de porteador con la silla de ruedas e incluso nos hacía las fotos en los diferentes miradores, nos contó que había estado 15 días lloviendo fuertemente aguas arriba, por lo que teníamos la suerte de encontrar las cataras tres veces por encima del nivel normal, en las fotos se aprecia el agua roja de Iguazú y la impresionante fuerza con la que el agua salta al vacío a lo largo de 80 metros de caida.
Todo lo que se ve al otro lado desde Brasil es Argentina, osea las dos terceras partes de los 2,5 kilómetros de diámetro que tienen las 275 cataratas de Iguazú.
Si queremos, con un cochecito de Golf, nos llevarán a un máximo de dos personas y una silla de ruedas hasta un nivel inferior en altura para evitarnos una larga caminata o rodada viniendo más tarde a recojernos….. SI SE ACUERDAN, así que ojito, que con lo que me dejé en llamadas al móvil del guía para que nos vinieran a recojer me podría haber comprado una flota entera de cochecitos de esos…, bueno en serio, es un servicio que nos viene muy bien y mejor todavía a quien hace de porteador o porteadora nuestro.
Hay una fauna variadísima pero aquí dejo unas instantáneas de lo que podemos ver sin desviarnos de los caminos marcados, El Tucán, entre las aves, el Lagarto Overo, entre los reptiles.
El Mono Caí entre los mamíferos primates.
En este punto debero indicaros que él coatí puede corretear entre tus piernas o puede subirse a una mesa y merendarse el bocata que te ibas a marcar…. peeeeeeeero ni son perritos ni son peluches, si los tocais lo más probable es que os muerdan y pueden ser portadores de la rabia, lo mismo vale para el Lagarto Overo, que corretea junto a la gente aunque con más timidez y prevención.. pero no es una largartija, y, sobre todo… no es un zoo, es un entorno natural en el que tenemos el lujo de ver y disfrutar unas especies en su habitat, oseaaaa que somos molestos huespedessssss en su casitaaaaaaa. ¡Ah!, no dejar restos por alli tirados, que los bichillos se comen todo.
Puerto Iguazú, el pueblecito, no tiene nada de particular pero puedes perderte por sus calles sin asfaltar y hacer derrapar y bachear a la sillita de ruedas, que a estas alturas y tras 15 días, está para poquitos trotes….
Como siempre mi recomendación gastronómica. En Puerto Iguazú, me inclino por El Restaurante Mediterráneo, dos escaloncitos muy livianos nos adentran en una de las mejores cocinas argentinas, magnífica carne y pescados, acompañados por un buen vino de Mendoza, por unos 35 doláres por persona.
Queda tiempo para un relajante baño en el Hotel Esturión, que pasamos a conocer.
El acceso a la piscina es sin barreras pero recordad que comenté que tiene bastantes escalones por diferentes sitios.
4 comentarios en «Argentina. De la Patagonia a Iguazú. Capitulo 6»
He visto tus viajes internacionales y noto que no has hecho alguno a México. Déjame que te cuente, es un país hermoso, lleno de colores, olores y sabores; tiene destinos turísticos para todos los gustos, desde playa hasta bosque, desierto, montaña. Un destino diferente es el recorrido a las Barrancas del Cobre, en el Estado de Chihuahua que se hace a través del tren Chepe. Te dejo un link para que te des una idea de lo que te hablo y te animes a visitarnos! https://www.facebook.com/ChepeOficial
Tengo previsto ir este año invitado por el gobierno de allá Carmen, muchas gracias por la información.