De Marruecos nos separan 14 kms y una época de distancia

De Marruecos nos separan 14 kms y una época de distancia.Reflexiones de mi reciente viaje a Marruecos con mi silla de ruedas.

Mi reciente tercer viaje a Marruecos me ha hecho reflexionar sobre conceptos como «necesidad, pobreza, riesgo de exclusión..» y otras muchas que darían para escribir varios posts.

De Marruecos nos separan algo más de 14 kms pero toda una época. En los campos no se ve maquinaria sino personas segando con guadañas o arando con caballerías como ocurría en España en los años 60 o 70. Cuando te adentras en los zocos, en los de verdad, en los auténticos laberintos donde bulle la vida de las ciudades marroquíes y te fijas en muchas casas donde hay gente viviendo piensas que en España o en cualquier país europeo estarían abandonadas hace muchos años.

Sin negar el cambio de época que estamos viviendo en los países llamados desarrollados y que están padeciendo millones de personas, me pregunto si mucha culpa la ha tenido pensar que somos los mejores y que todo lo hacemos genial,no, lo que viene después.

Esperando en el coche en la frontera para entrar a Nador mientras mis amigos del #RaidSolidario realizaban los trámites y el papeleo, me fijé en multitud de furgonetas cargadas hasta más allá de lo imposible de sofás, sillas, sillones, que parecen pécios, esqueletos de bicicletas que en España ni se nos ocurriría llevar a alguna ONG por Navidad… pero todo adquiere sentido cuando recorres las ciudades, pueblos y calles que se llenan de bicicletas sin frenos, sin empuñaduras o incluso sin sillín, entonces te conviertes en el sabio de «La vida es sueño» de Calderón de la barca,  que al volverse para atrás ve a otro sabio que recoge lo que él no quiere.

Creo que los españoles, sobretodo sus políticos, hemos viajado poco. Viajar te enriquece, te enseña, te hace crecer y ser mejor persona enseñándote a ser humilde para aprender de todo el mundo. Quizás si en España viajáramos más en lugar de pensar que nuestros hijos aportan valor añadido a los países donde se marchan, reconoceríamos que nos hemos vuelto a convertir en un país de inmigrantes y quizás, solo quizás, respetaríamos más a los que ven con esperanza esos 14 kms de distancia.

Comenzaba el atardecer por la preciosa medina de Essaouira e iba paseando con mi silla de ruedas flamante, la más ligera del mercado, la más de todo… y me encontré con una señora en otra silla de ruedas que quizás, muchos, muchos años atrás fue la más ligera, la más flamante y la más de todo… pero cuando le llegó a ella quedaba poco más que cuatro hierros y algún cuero ajado. Cruzamos las miradas, nos sonreímos y simplemente me dijo «bonsoir«.