Peñíscola. Pasión Mediterránea con silla de ruedas
Hace tiempo.. mucho tiempo, que descubrí este rincón levantino, esta joya mediterránea, me refiero a Peñíscola, el pueblo que intentó separarse del continente para abrazar al mediterráneo pero se quedó para siempre como vigilante de la historia de España convirtiéndose en encrucijada de todas civilizaciones mediterráneas que desde el alba de la historia vienen navengando por este mar de bonanza y cultura. Fenicios, griegos, cartagineses, romanos, bizantinos y árabes supieron de su ventajosa situacion, su seguridad como fortaleza indestructible e idoneidad como lugar para vivir.
Bueno… hasta aquí hemos llegado, ahora lo que no viene ni en los libros, ni en las guías, ni en los folletos.
¡Ah! se me olvidaba, lo mejor el precio: 9 días a pensión completa 567,70 euros (a través de un portal web), las tarifas del hotel suponen en las mismas condiciones 70 euros más. Lógicamente en Julio y Agosto suben considerablemente.
El acceso a la playa es accesible cada 100 metros aproximadamente, existiendo rampas como las de la fotografía que te llevan hasta escasos metros del mar y…. ahí se termina la adaptación, a partir de aquí o nos arrastramos como cocodrilos (opción divertida y con la que sacaremos unos euros si ponemos la gorrita) o nos ayudan tirando de la silla hasta donde nos queramos colocar, llegados a este punto, recomiendo que tiren de la silla para atrás y con las ruedas delanteras en el aire. Al mar, si nos metemos, cosa que recomiendo, también será con ayuda o a lo «cocodrilo» . Si optamos por la ayuda, una buena forma es agarrarnos a dos cuellos voluntarios y que éstos, pasen uno de sus brazos cada uno por debajo de nuestras piernas y asi, juntitos todos….. al agua patos. (los cuellos pueden ser masculinos, femeninos o mixtos). Si preferimos el estilo «cocodrilo», cuidadin al salir ya que nos convertimos en croquetitas rodantes donde la arena sustituirá al pan rallado yyyyyyyyyyyyyy algún perrito puede confundirnos por comida.
PEÑISCOLA.- PARA AGUERRIDOS JINETES Y ACOMPAÑANTES FUERTOTES.
Dando un paseito o en el bus urbano (1euro y pico por trayecto) que está adaptado con su rampita por la puerta central y espacio habilitado en el interior, podemos llegar hasta la zona del pueblo «de siempre». Podemos acceder por dos entradas: la más cercana a la playa (por la noche ponen puestecitos guays) o la más cercana al pueblo. Aconsejo esta última pues las rampas son muchísimo menos empinadas por aquí que por la otra parte. Una vez que atravesamos el portal no dejaremos de subir hasta que lleguemos a la plaza donde se encuentra el Castillo. Si vamos con silla eléctrica puede que en algún punto tengan que empujarnos un poquito y si cabalgamos manualmente, es seguro que tendrán que empujanos y alguien debera empujar a su vez a quien nos empuja a nosotros… y bla bla bla.
Como subiremos despacito para ahorrar fuerzas, podremos contemplar las maravillas que nos encontraremos, entre ellas el «bufador» sobre estas líneas, que, cuando sube la marea, el oleaje, además de salpicarnos alguna vez, emite un sonido, como un «bufido» (abstenerse de hacer rapell, que apareceremos en la Fosa de las Marianas).
Antes de emprender la encrespada Calle Mayor «perfectamente» adoquinada, llegaremos a una zona llana, a un mirador donde se encuentra el Museo de la Mar, con rampa para acceder, está dividido en tres áreas: Historia, Pesca y Fauna, muestra el ayer y hoy de Peñíscola y sus gentes en un homenaje a la tradición marinera de sus habitantes. Entrada gratuita.
Continuando por sus calles, que en más de una ocasión compartiremos con coches, disfrutaremos de casitas perfectamente cuidadas, balcones floridos….. compartiremos el espacio con lugareños y foráneos.
Existen terracitas a la sombra donde hacer una paradita y disfrutar de una horchata natural bien fresquita disfrutando de una grata conversación con la gente de allí.
Antes de comenzar LA MADRE DE TODAS LAS RAMPAS nos encontraremos escondida la Iglesia de la Virgen del Socorro, también conocida como Parroquia de Santa María de Peñíscola, muy cuidadita y pintada en tonos azules, salvo en horario de culto, la encontrareis cerrada.
Pasada la iglesia y justo antes del último repechón antes del Castillo, se encuentra el Parque de Artillería, una zona con jardines, palmeras y rapaces rescatadas de un final trágico y que por las tardes sueltan y hacen vuelos rasantes.
Esta zona cuenta con rampas en casi todo su recorrido excepto para acceder a los baños.
¡Ah se me olvidaba! el acceso a esta zona es de pago para sufragar la alimentación y cuidado de las rapaces, peeeeeeeero, las personas con discapacidad y su acompañante, no pagan.
La especial iluminación de zonas como el Parque de Artillería, que podremos ver desde el exterior, aumentan la magia y el misterio y descubren un entorno con mayores matices que por el día.
El descenso podemos realizarlo por la zona más cercana a la playa de arena, atravesando las puertas de acceso perfectamente conservadas y desembocando en la zona con garitos hippies en los que encontraremos colgantes, palitos de incienso y similares, camisetas… en fin seguro que encontramos algo que comprar. El acceso se realiza por escaleras muy amplias pero que requieren de ayuda si cabalgamos sobre sillas de ruedas.
LA SIERRA DE IRTA.- LA ULTIMA SIERRA VIRGEN.
Poco a poco iremos tomando altura y la carretera se irá estrechando hasta que tomemos una pista forestal que nos indica la dirección hacia la Torre Badum, punto más alto de la sierra, descendiendo de forma abrupta a partir de aquí en dirección a Castellón.
Si llegamos hasta Torre Badum habremos recorrido 2 kms aproximadamente desde Peñíscola pero parecerá que nos hemos transportado miles de kilómetros, aquí no llega el turismo de masas, afortunadamente.
El camino discurre bordeando el acantilado y, aunque no existen barreras protectoras, no resulta peligroso recorrerlo con precaución y disfrutar de las vistas y de las tonalidades de las aguas.
Como vereis, a lo largo del camino existen gran cantidad de lugares donde parar, aparcar y, si lo deseamos dar un paseito o una rodadita participando de esta explosión de naturaleza donde la montaña y el mar se dan la mano en un espectáculo de enorme belleza.
Os recomiendo hacer el recorrido al atardecer porque contemplaremos rapaces, algún roedor simpático, si tenemos paciencia, y una gama de colores en el mar y en el bosque mediterráneo que dificilmente se borrarán de nuestra retina.
LAS DUNAS DE PLAYA NORTE.-
El resultado ha sido un «asilvestramiento» que ha roto con la monotonía de una playa excesivamente «turistizada».
Un sistema de pasarelas elevadas permiten pasear y disfrutar de la formación dunar (que no es el Sahara eeeh) y de la flora que se va regenerando como la espiguilla y el alhelí de mar, el lastón o la algodonosa (que lo pone allí eh, no soy tan erudito).
Junto a las dunas, han recuperado unas charcas naturales donde las ranas y renacuajos campan a placer junto con especies endémicas de peces y patos.