Sahara. Marrakech-Faija

Seguimos con nuestra experiencia en el desierto con Yokmok Aventuras. Temprano abandonamos el Riad Dubay y con el todoterreno lleno «hasta la Bandera» iniciamos nuestra aventura que, en su primer día va a discurrir por ríos, montañas, cañones… Más de ocho horas de coche y más de 400 kms que nos llevarán al desierto de piedra, frente al mazizo Jebel Bani.

detalle de un todoterreno con abundante carga en el techo

Vamos atravesando zonas con grandes contrastes: verde por el valle del río Draa, zona montañosa por el collado de Tichka (2.260 mts) y piedra por el desierto, en la zona de Faija.

Realizamos varias paradas para disfrutar de los paisajes montañosos. Paramos en una ciudad para comprar carne que formará parte de los víveres que llevamos para pasar la semana. Contrasta la forma en la que tienen las piezas cárnicas a la vista de todo el mundo y me recuerda la España de hace 30 o 40 años, la sencillez y el sentido práctico de las cosas.

Pude disfrutar de mi primer zumito de naranja natural por 40 céntimos de euro (4 Drijam). Comienzo a conocer a Hassan, nuestro guía marroquí quien me parece una persona excepcional al igual que Bea Sánchez, de Yokmok aventuras. Ambos están haciendo lo imposible por ayudarme en todo, siento como si los conociera de toda la vida y esa sensación me encanta de alguien que acabo de conocer.

Otra parada, esta vez en Jagdez par comprar turbantes que nos irán de perlas para atravesar el desierto. Aquí realizamos nuestro primer «regateo», duro y difícil, como marcan los cánones. Al final fue Bea la que se encargó de «negociar» el paquete de cuatro turbantes, tras la «tensa» negociación, llegó el momento «foto» y, por supuesto, la invitación del anfitrión a tomar un té, que no quisimos perdernos y que se debe aceptar siempre.

Conforme nos íbamos acercando al desierto, íbamos notando una nieblina que nos envolvía, se trataba de los efectos de la tormenta de arena que, en abril, es especialmente reiterativa en el Sáhara.

El todoterreno se desvió por un camino que nos fue llevando hacia un desierto mixto, con piedras y arena y nuestra compañera infatigable, la tormenta.

Una duda que tuve durante toda la aventura, comenzaba a rondarme: como pueden orientarse entre arena, dunas que se desplazan y entre una tormenta que no deja ver más allá de unos metros delante del todoterreno, con esta duda llegamos a lo que se supone era nuestro primer campamento en el desierto:

El Mazizo de Jebel Bani.

Encontramos a dos Bere Bere montando una jaima que parece iba a ser víctima de la ventisca provocada por la tormenta de arena. El todoterreno nos dejó con la carga de víveres y demás enseres, incluída una segunda jaima para nosotros cuatro (Bea, Eva, Fran y yo).

Con las dos jaimas montadas en un momento y completamente seguras, Hammet, Mohamet y Lassem nos deleitaron con un té y pastitas que nos supo a gloria, mientras en el exterior, continuaba creciendo la tormenta de arena que, junto con el atardecer constituían un paisaje mágico.

En el desierto anochece pronto y el cansancio hizo que nos acostásemos en nuestras esterillas y sacos de dormir.

La primera etapa dura de nuestro #desafioasalto con Yokmok Aventuras se había resuelto perfectamente y comencé a sentir y vivir mi primera noche en el desierto, con sus sonidos, sus silencios, su magia….