Dunas de Bougarne en silla de ruedas

En esta sexta etapa de nuestro #desafioasalto en el Sahara con Yokmok Aventuras continuamos en dirección a M’hamid por camino llano bordeando las dunas de Bougarne. Comemos bajo los árboles de Tamares con una tormenta de arena que comienza desde primera hora y continúa de manera persistente y con gran fuerza, lo que nos obliga a montar las dos jaimas para comer y refugiarnos en un antiguo puesto militar lleno de misterio para dormir… algunos.

Nadie se imaginaba que con el día soleado que teníamos al comenzar la jornada, apenas unas horas después la temible tormenta de arena iba a azotarnos con tal fuerza que era prácticamente imposible avanzar y orientarse.

Recorríamos lo que antes fue territorio argelino hasta que Marruecos se apoderó tras la guerra que mantuvo con Argelia. Precisamente en las ruinas de un antíguo puesto militar nuestros porteadores decidieron que había que parar y montar nuestro 6º campamento.

Con la tormenta azotándonos, cansados y forrados en arena nos recomendaron que nos protegiésemos en el interior del refugio que aunque tenía una alfombra de varios centímetros de arena, estaba en buenas condiciones para permanecer en él.

Paredes viejas y deterioradas, telas de araña y extraños nidos que no se sabía muy bien que era, escarabajos por la arena y en tierra de nadie…. los ingredientes adecuados para pasar una noche.

Llegaba el momento del atardecer y la tormenta de arena nos daba un respiro así que Hassan y Mohamet me ofrecieron sus hombros y me llevaron a una de las dunas desde la que se observaba una panorámica de gran belleza: a mi espalda el sol que se escondía, frente a mí las dunas de Bougarne que cambiaban de color a cada segundo y por si esto era poco, hasta el refugio abandonado tornaba en colores anaranjados que lo convertían en un elemento del paisaje muy especial.

En la duna me sentí como si acabásemos de  descubrir el mundo, solos frente a la fuerza que, hasta hace unos minutos nos había mostrado el Sahara y el viento, con la mejor compañía posible, mi chica y mis amigos. Tuve unos minutos de soledad para dar rienda suelta a mis emociones y tras esa necesaria descarga vinieron los momentos de diversión y fotografías varias con Hassan, Mohamet, Eva, Bea, diferentes combinaciones, risas, carcajadas… todos necesitábamos soltar la tensión acumulada de un día duro y la culminación de ello fue cuando a iniciativade Hassan, junto con Bea y Mohamet me levantaron a hombros y sentí que algo grande estaba pasando y que algo hermoso estábamos consiguiendo.

La noche vino demasiado deprisa y las sombras empezaron a realizar sus juegos, Mohamet y Hammet nos regalaron pan recien hecho en las brasas y tuvimos una cena exquisita con una sobremesa llena de sobresaltos ya que Bea, Eva y yo estábamos intranquilos por los seres que pudiesen hacer su presencia durante la noche.

Una araña que jamás sabemos si existió solo en la mente de Bea, hizo que mi instinto de conservación hiciera de las suyas y pidiera a Hassan que montara en el exterior su fantástica tienda iglú donde pude aislarme del exterior y pasar una de las mejores noches de todo el viaje. ¿escorpiones? ¡no gracias!

Especialmente gracias a Fran por cederme sus fotografías e incorporarlas al resto de la etapa.

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