Vidal, el haitiano que no recogía caña de azúcar

La recolección de caña de azúcar en República Dominicana es un trabajo tan duro que los dominicanos se niegan a hacerlo aunque bastantes de ellos no pueden realizar tres comidas diarias. Así que contratan a haitianos que trabajan de sol a sol cortando 2 toneladas diarias, por 2 dólares al día, lo que suponen 60 dólares al mes, no hay días de descanso. Las condiciones de trabajo rozan la esclavitud.

Conocí a Vidal recorriendo la Laguna Bávaro en kayak, era mi guía, se notaba enseguida que le apasionaba su profesión, había investigado sobre la fauna y la flora de esta reserva natural y me explicaba que hay varios tipos de aves y peces que son exclusivos de este lugar y no se encuentran en otras partes del mundo.

Vidal, el haitiano que no recogió caña de azúcar

La laguna es de aguas mansas y rodeada de manglares rojos, negros y blancos (también me lo explicaba Vidal), incluso me enseñó a distinguir unos de otros… el rojo es fácil de distinguir, me decía «porque tiñe las aguas de ese color».

Íbamos ambos en el kayak, por cierto accesible gracias al respaldo que da una gran estabilidad a los que tenemos la movilidad reducida, la tarde avanzaba y navegábamos hacia un atardecer hermoso y lleno de emoción cuando le pregunté a Vidal ¿Los haitianos que emigran aquí (R. Dominicana) hacen algún trabajo diferente a la caña de azúcar o la construcción de edificios (otro trabajo duro que nadie quiere realizar) y me dice: «Si, tío, claro que sí, yo soy haitiano y me he convertido en el jefe de los guías de Laguna Bávaro«. Sus palabras rebosaban de felicidad, satisfacción y orgullo.

Vidal, el haitiano que no recogió caña de azúcar

Me contó que es hijo único y que en Haití estudió dos carreras: periodismo y psicología, que emigró a República Dominicana, se casó y tiene un hijo de 18 años. Se planteó trabajar sobre lo que había estudiado y encontró la forma perfecta de hacerlo, guía turístico, su saber hacer, su pasión, trabajo y tesón le llevó a coordinar a los guías de la laguna. Yo tuve el privilegio de tenerle de guía, de conocer al profesional y a la persona, sus emociones, sus pasiones, el orgullo de alguien que sabe que ha alcanzado algo que era casi imposible.

Esta es una de las historias humanas que me traje de mi periplo por República Dominicana. La historia de Vidal es de esas que calan hondo, que te aportan tanta energía que automáticamente las baterías pasan del rojo al verde más intenso. De esas historias que te recuerdan que la humildad, el convencimiento, el tesón y la pasión mueven montañas.